Entrevistas

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Nombre: Reunión de Investigación
Ubicación: Rosario, Santa Fe, Argentina

Responsable: Alfredo Daniel Cherara / Coordinador: Walter Leone / Horario: Viernes 19.30 a 20.30 Horas / Duración: Anual / Lugar: Jujuy 1610 * Rosario / Reunión de Apertura: 28 de Abril de 2006 / Calendario de encuentros: Mayo 12 y 26 / Junio 16 y 30 / Julio 14 / Agosto 4 y 18 / Septiembre 15 y 29 / Octubre 13 / Noviembre 3 y 17 / Contacto: Walter Leone - walterleone@ciudad.com.ar

1.3.05

"Vivimos en el mundo del exceso"

Entrevista a Jean Baudrillard

Por Cristina Carrillo de Albornoz *


"Hoy no hay moral sino reacciones. Y una sociedad sin moral es intrascendente"

Desde hace más de un cuarto de siglo, Jean Baudrillard, de ojos melancólicos y voz de barítono, solitario, posnietzcheano y posmoderno a su pesar, lanza al mundo los diagnósticos más peculiares de nuestra época. Entre unas conferencias en Rusia y un seminario en Brasil, este impenitente viajero, que no se reconoce ni como filósofo ni como sociólogo sino como un simple pensador, nos recibe en su casa, en un elegante inmueble cerca del boulevard de Saint-Germain, decorada étnica y minimalmente. Allí nos habla de su ultimo libro, Contraseñas (Anagrama), dieciséis capítulos que ayudan a comprender el dialecto jeanbaudrillard y resultan un "resumen" de toda su obra. Desde la palabra "objeto" a "la palabra del fin" pasando por "valor", "obsceno", "la transparencia del mal" o "la seducción".


A lo largo de ese glosario, Baudrillard trata de combatir la virtualidad, echa de menos la transcendencia y vaticina la caducidad de un régimen de valores humanistas universales. Pero, ante todo, define la necesidad de un mundo dual donde las fuerzas del mal y las minorías juegan un papel determinante.

Contraseñas recorre todas sus obras. ¿Por qué ahora? ¿Cómo ha seleccionado cada palabra?
–Se trata de capital simbólico, un resumen de la civilización a modo de glosario de mi obra. Es arbitraria, como todas las selecciones, pero fue pensada para un filme que realizó un amigo. El libro vino después.

–Leyendo su libro y su obra, la visión que se obtiene del mundo es terrible: vacío, inhumano, clonado, sin sentido. ¿Hemos llegado a ese estado de nausea?
–Yo no veo el mundo con los ojos de un analista ni de un sociólogo, sino de forma conceptual. Planteo un modelo de aquello en lo que virtualmente el sistema se está convirtiendo y al analizarlo me gusta llegar hasta el límite. Y el límite siempre está rozando la desesperación.

–¿Es usted el nihilista y pesimista que suponen algunos?
–Nunca he pretendido ser pesimista; es más, estoy convencido de que hay siempre una fuerza indestructible que rige la naturaleza humana y el mundo. En el mundo hay un constante antagonismo a la fuerza totalizadora del sistema por el que se respira. El mundo funciona a dos niveles opuestos sin reconciliación posible: uno es el de la simulación, el virtual, el clonado, que es la evolución del sistema. El otro paralelo es lo simbólico, la muerte, el amor, la singularidad y éste es el que permite reflexionar. De una parte está lo fatal y de la otra lo banal, y la lucha entre ambos puede resultar dramática, pero al sistema nunca le falta la esperanza.

La fascinación de la vida
–Pero esos dos niveles, sostiene, son irreconciliables.
–Ésa es la fascinación de la vida. Vamos del uno al otro. El problema es que la dimensión de la singularidad está amenazada por la homogeneización del conjunto. El colmo es el deseo de eliminar la muerte y combatir todas las fuerzas del mal. Son formas de energía y suprimirlas sería catastrófico.

–Por ello señala en Contraseñas: "La sociedad funciona por sus vicios", evocando a Mandeville...
–Sí, pero no me refiero a una dimensión moral. Nuestra sociedad está movilizada por el progreso científico.Y el vicio es una especie de fuerza del mal que resiste a esta maximalización. Vivimos en una sociedad donde virtualmente todo es posible: viajar sin moverse del sillón, cambiar de identidad. Contra todo ese mundo virtual, defiendo la metáfora del vicio donde el intercambio resulta imposible. Defiendo la necesidad de equivalencia, de comunicación... De una forma un poco maniquea, nuestra sociedad funciona gracias a los principios del mal.

Más allá del bien y del mal
–Algo así como que no hay mal que por bien no venga. ¿Nos puede dar algunos ejemplos?
–No sé... Cuando la televisión se estropea, la gente se siente obligada a a comunicarse y de pronto se reencuentra en una relación dual, original, en la que tiene que hablar, algo hoy arcaico pero más enriquecedor. Creo que incluso la cuestión del terrorismo debería ser revisada; sin fuerzas negativas, antagónicas y perversas, la sociedad llegaría a una especie de encefalograma plano. Todo iría bien. Como decía Victor Hugo, el siglo XX será feliz y no habrá más acontecimientos.

–Se equivocó. Acontecimiento es la palabra más deseada hoy.
–Sí, pero ¿qué es lo que transforma algo en acontecimiento? Desde luego, no las pequeñas insignificancias de la política. Un acontecimiento implica una ruptura imprevisible que provoca un disfuncionamiento del sistema.

–Hablaba usted de moral, y cuando lo hace de "simulación", alega: "se ha desvanecido la diferencia entre el bien y el mal". Una sociedad sin moral ¿va al declive?
–Creo que el sistema no sólo está más allá del bien y el mal sino también por encima de lo verdadero y lo falso. Soy moralista sólo en parte; el individuo actual dispone de una gran libertad pero tiene aniquilada su capacidad de distinguir entre el bien y el mal. No hay moral porque no hay tiempo ni distancia suficientes; nuestra civilización no se interrumpe. No hay moral sino reacciones encadenadas. Creo que una sociedad sin moral es una sociedad intranscendente, irresponsable. Y al no existir ninguna forma simbólica de moralidad, hay un confusión de valores total. Sin embargo esa pérdida de valores crea una situación original, quizá inmoral, pero original, porque a partir de ella se puede crear algo nuevo. Quizá es el comienzo de una sociedad de tipo poético.

–La falta de valores no le aterroriza, y preconiza lo que llama "sociedad poética". ¿En qué sentido?
–No es que vea el mundo de hoy poético y original pero se ha creado una situación radicalizada al extremo, casi obscena, en donde se tiene que producir una inversión que llamo poética por su singularidad y banalidad extremas. Pero poética es una metáfora. Es como el lenguaje. El lenguaje en sí tiene un valor poético. En el fondo la pérdida de coordenadas racionales puede dar la posibilidad de otro mundo. De todas formas, el sistema está muy por delante del ser humano.

En el mundo del exceso
–Por eso afirma que nuestro sistema se basa en unas estructuras tecnológicas hipersofisticadas y unas mentalidades nada sofisticadas.

–El sistema va mucho más rápido en un único sentido, eliminando la parte más sombría, la vida real, las singularidades y todo sentido crítico. Es como un monstruo que no sabe a dónde va y nos engloba en una dimensión virtual tan vertiginosa que puede explotar.

–¿Es lo que llama estrategia fatal?
–Sí, debido a que vivimos en el mundo del exceso. Exceso de información, de tecnología, de comunicación, de conocimiento, incluso de libertad. Ya hemos vivido todas las utopías. No hay un valor absoluto, todo está bien.

Desaparición del "yo"
–Volviendo a su libro, el primero de los términos es "objeto" en oposición al "sujeto". ¿Por qué?

–Siempre me ha fascinado el objeto, hoy más enigmático, inatrapable y misterioso que nunca. Creo que hay una reversibilidad del sistema subjetivo a un sistema objetivo. Antes el sujeto era el privilegiado, pero ya ha pasado su suerte y su tiempo. El "yo" que ha descifrado el mundo ha desaparecido.

–Y sin embargo, al final de su libro señala que el pensamiento debe permanecer humanista sin olvidar su reversibilidad de lo inhumano. ¿Qué papel le atribuye al ser humano?
–Como hay que volver a encontrar el equilibrio entre el bien y el mal, hay que encontrarlo también entre lo humano y lo inhumano. Hemos querido dogmatizar con la cultura de los valores humanistas, anulando lo inhumano, algo que equivaldría a eliminar todas las culturas primitivas, otras razas, incluso los animales. Estamos creando una especie de antropología totalitaria a la que hay que poner fin. El concepto de lo humano es algo muy occidental y al límite, muy moderno. Es nuestra cultura y queremos mundializarla, imponer una dictadura mental y también político-económica. Este modelo único es casi un modo de terrorismo. Así que no hay que sorprenderse porque otras fuerzas se opongan de una forma violenta, que no acepten ese conformismo mundial de los occidentales. Y lo más paradójico es que no son valores porque en Occidente ya no tenemos valores. Estamos sumidos la dictadura del no valor.

–¿El no-valor es el dinero?
–Sí, el único criterio es el dinero o el mercado. Pero con el no-valor me refiero a todos los valores transcendentes que han sido reemplazados por los valores inmanentes. Es una ruptura que da lugar a la cultura de la indiferencia, que se ve forzada a liquidar las otras diferencias que no puede soportar. El aniquilamiento de las culturas diferentes es la tragedia de nuestra época.

–Compara esa mundialización con un holocausto. Ahora se habla mucho de poshumanidad. ¿Cree que ese es el futuro?
–Creo que la evolución de la especie llegará a su fin para estabilizarse bajo una forma perfecta mejorada. El futuro de la especie no es político ni histórico sino biogenético. Filósofos como Sloterdijk se manifiestan en esos términos filosóficos, proféticos, de poshumanidad, como si todavía tuviéramos una alternativa. Pero no la hay porque nuestra especie se opone a su desaparición, a su destino. Cuando hablo de "intercambio simbólico" me refiero a la necesidad de ver la reversibilidad de la vida en la muerte. No se puede tratar de salvar la vida y descartar la muerte.

–La poshumanidad, ¿es vivir en la virtualidad?
–Ciertamente hay una profunda fascinación por lo virtual. El hombre está sumido en la virtualidad y atraviesa su espacio mental en un ordenador; virtual e inmóvil, hace el amor a través del ordenador y sus cursos los da por teleconferencias. Es como un motor con cerebro minusválido. La inteligencia artificial no es inteligente porque no tiene artificio. El verdadero artificio es el de un cuerpo con pasión, con signos de seducción, con una máscara en el rostro y que por esa razón llamamos espíritu. Y la virtualidad ha liquidado la carga de la cultura del pensamiento moderno.

–Esta sociedad permisiva, ¿es realmente tolerante?
–Nuestra sociedad es mucho más intolerante que en otras épocas. La tolerancia es una coartada, un simulacro. La intolerancia que vivimos hoy no es represiva ni política sino integrista, totalitaria y se ampara en las leyes y la legalidad.

Seducción contra producción
–En otro de los capítulos defiende usted la seducción en oposición a la producción.
–Defiendo el juego de la seducción como comportamiento paralelo a las leyes, puesto que la seducción sola equivale al desorden. Creo que producción y seducción podrían mantener una relación similar a la de dos enamorados. La seducción habla de la no identidad. No es algo racional como la producción, sino el juego del deseo en el sentido más noble del término.

–¿Y hasta cuándo cree que los Estados Unidos pueden "seducir" a las otras culturas?
–Más que seducción hablaría de fascinación. Y la fascinación no ha ido nunca sola; paralelamente, se desarrolla una contrafuerza violenta que ahora es el Islam, antagonista de valores occidentales; pero en el fondo ese rechazo total está incluso en nuestros países. Está claro que ese modelo no nos hace felices. Curiosamente, cuanto más se perfecciona el sistema más pierde su fundamento simbólico. Hay una fractura simbólica dentro del sistema que adquiere las más diversas formas –desde el resentimiento cotidiano al terrorismo. Pero son todo reacciones contra el sistema y su virtualidad.

–Los últimos meses ha viajado por todo el mundo analizando el 11-S. ¿Cuál es su transcendencia real?
–El 11-S supuso una fractura. Hoy se percibe un doble sentimien-to, extraordinariamente contradictorio, de fascinación y rechazo. Era impensable, inexplicable, y la gente trata de encontrar justificaciones. A mí me resulta interesante más allá del terreno moral o político. Se ha pretendido reducir el Islam a un asunto ideológico pero no tiene que ver con nada de eso. El Islam es la contrapartida más fuerte al sistema integrista de valores occidentales. Lo esencial es que hay que respetar la globalizacion y lo singular. Los verdes son una forma de colonización que quiere racionalizar las fuentes del mundo según nuestros criterios al servicio de una determinada producción. El sistema occidental de valores humanistas universales es tan sólo una ilusión. Por eso somos tan víctimas como los otros.

–Finalmente, en una sociedad inventada para intentar que todo el mundo sea feliz, sucede lo contrario.
–Pero ¿qué es la felicidad? No creo que sea la realización de las necesidades ni la seguridad. Y si eso es la felicidad, desde luego no funciona. Por otra parte, no hemos probado que la exigencia del hombre sea la de ser feliz. Es un postulado que viene del siglo XVIII, una mera hipótesis que no quiere decir nada. La persecución del bien o de la felicidad ha degenerado terriblemente. El bien es un valor moral y la felicidad un valor existencial.

–A estas alturas, ¿qué es para usted lo más importante?
–La verdad es que no tengo creencias religiosas. Para mí la vida tiene como objetivo alcanzar cierta lucidez. Creo que es importante no entrar en el juego de los fantasmas de ideologías; finalmente, pensar es una forma de riesgo; en todo caso no es la búsqueda de la verdad lo que me interesa sino todo lo contrario, es decir descubrir todas sus ambiguedades, los desequilibrios, toda esa parte maldita de la que hablaba Bataille. Mi pasión no es la de saber sino de identificar la fragilidad de las cosas, la reversibilidad de la ilusión, las contradicciones de la existencia. Y la escritura y el lenguaje son una forma de jugar con eso, pero no la única.

–Descartes decía: pienso, luego existo, ¿y usted?
–No estoy seguro de pensar (ríe).


* Para EL CULTURAL - Editado por Prensa Europea del Siglo XXI, S.A. - Distribuido por el diario El MUNDO - Editado por EL Cultural Electrónico - www.elcultural.es

22.2.05

La nueva mirada social de Lacan

Entrevista a Eric Laurent por Héctor Pavon *

¿El psicoanálisis está en crisis? "En transformación", dice Eric Laurent uno de los psicoanalistas lacanianos más famosos de la actualidad. Laurent, quien estuvo en Buenos Aires —invitado por una institución porteña— para dictar cursos y para supervisar a colegas y discípulos, señaló ante unas setecientas personas que lo escucharon en La Plaza que la técnica freudiana quiere ocuparse de algunas cuestiones sociales que antes no necesariamente entraban en su consultorio ni en su teoría.

—¿El psicoanálisis está capacitado para dar respuestas a situaciones tan angustiantes como las que hoy se viven en diferentes lugares del mundo?
—El psicoanálisis por lo menos puede acoger estas angustias nuevas o "formas renovadas" de la angustia. Hubo en la historia grandes epidemias de angustia social pero hoy no estamos en una época así ni tampoco hay crisis de milenarismo, no es el caso. Pero estamos en una época en la que tenemos la racionalización más grande de nuestra cultura, en la que la ciencia y la técnica cada vez ganan más terreno y organizan, cada día más, nuestra vida. Pero hay cosas que se vuelven imposibles de organizar, como la economía, de manera tal que no haya esos altibajos: crisis financieras masivas brutales, como nunca en la historia. Los medios de comunicación mismos, que están hechos, supuestamente, para racionalizar, se tranforman en instrumentos de pánico. Nos explican que, por ejemplo, la catástrofe de la Bolsa es debido al hecho de que unos programas de compras automáticos se activaron simultáneamente y provocaron fenómenos de extensión brutal. Después de la Segunda Guerra Mundial había una gran confianza de que con la ciencia el mundo iba a ser mejor. Ahora hay mucha menos confianza. Uno tiene la idea de que hoy con la ciencia es mejor ser precavido. De la misma manera, en el campo de la política entramos en un siglo de mayor incertidumbre: antes, los dos lados del Muro eran más fáciles de comprender. En este mundo unificado, globalizado no hay alternativas porque hay una civilización única donde, efectivamente hay incertidumbre respecto de las distribuciones y las políticas. Este mundo es mucho más individualizado y los agrupamientos, las identificaciones tienen dificultades para dar a cada uno sus identificaciones. Cada uno está más libre de inventar su vida, sus identificaciones, con un margen muy grande. Esto ha podido ser entendido como una de las causas de la extensión en nuestra civilización de la idea de "depresión". Brutalmente dicho: hay deprimidos por todas partes, como una verdadera epidemia.

—¿Hay una mayor religiosidad?
—Con esta caída de las grandes identificaciones, las grandes maquinarias que podían a uno ordenarle la vida, cae un peso sobre la espalda de uno que es a veces demasiado pesado. Y así las tentaciones son buscar identificaciones comunitaristas. Reorganización, se ven grupos que se ordenan alrededor de un fundamentalismo religioso o de sectas diversas, o de extensión de un modo de religiosidad que escapa a los cánones clásicos. Se ve, por ejemplo en la extensión del evangelismo, que por todas partes une comunidades de un modo religioso, al mismo tiempo más democrático, más cerca de la gente, en ceremonias nuevas, y este modo constituye una identidad común. Más allá, se ve en el mundo una nueva llamada a un Dios que podría decir lo que hay que hacer en la vida. Las últimas elecciones norteamericanas son, desde este punto de vista, interesantes, y hacen pensar mucho sobre cómo la gente se refugia o se busca defensas contra la extensión de estas nuevas incertidumbres. Y cada día van a ser peor. Estamos entrando en un mundo mucho más probabilista, en el cual le van a decir: "Usted tiene el 15% de posibilidades de tener un infarto entre los 42 y los 46 y entre 30% de desencadenar una enfermedad". No son certezas, son probabilidades. Entonces, se introduce una cierta dirección angustiosa en el mundo. Un mundo en el cual va a ser más difícil tener una certeza. Y la combinación de la extensión de la ciencia y el individualismo de masa produce un nuevo mundo complejo en el cual los analistas escuchan nuevas demandas, nuevas maneras de formular la queja.

—¿Y qué hace el psicoanálisis ante este panorama? ¿Se actualiza, lo toma en cuenta, es indiferente?
—En los últimos treinta años hubo una gran diversidad y diversificación de los campos de aplicación del psicoanálisis. Hubo una época en la cual los psicoanalistas insistían con el hecho de que el psicoanálisis se utilizaba como un método muy rígido en las formas, en la manera de aplicarse, hasta el hecho de que se hablaba de una "cura tipo". Fue muy criticado por diversas orientaciones analíticas, pero especialmente por Lacan, que escribió en 1955 un artículo titulado "Variantes de la cura tipo". Ahora el psicoanálisis se ha diversificado y aplicado a toda clase de patología que antes no encajaba en el método general gracias a la extensión de las psicopatologías como psicosis, casos límites, la extensión del campo a niños, adolescentes, personas de la tercera edad, que ahora componen una parte importante de aplicación. O también por las contradicciones entre las familias recompuestas, familias monoparentales, familias gay, lesbianas, problemas de adopción. El trabajo de los analistas ha sido el de inventar maneras de responder a todas estas transformaciones que producen sus contradicciones, sufrimientos emocionales, su dificultad para pensar lo nuevo, para no sentirse rechazado. Hay cosas que no llegan al diván. Por ejemplo, escuché que el ministro de Salud francés ha dicho que el psicoanálisis no servía en problemas como la violencia o la adicción. Pero hay muchas maneras de trabajar desde el diván. Hay centros de atención a la drogadicción, a los problemas de violencia, que necesitan de un modo particular de inserción. Los drogadictos necesitan tener una asistencia médica, drogas de sustitución pero sin que se olvide que precisan establecer un lazo social. Eso implica hablar de cuerpo a cuerpo con el otro. Entonces, esto no es oportuno sólo en el diván. Necesitan un tipo de lugar para acogerlos, para atender las necesidades que tienen, pero esto también es parte de la aplicación del psicoanálisis. Si no se olvida que, cualquiera sea el modo de asistencia, hay una necesidad de lazo social, de palabra, para reintroducir a estos sujetos, que cuelgan de nuestra atmósfera pero que se van por senderos de perdición. Precisamente, se trata de permitirles dar un paso a un lado de ese camino. En este sentido, pienso que hay una utilidad social del psicoanálisis en la variedad de sus aplicaciones, más allá del hecho de que utilidad social es una palabra que dentro del psicoanálisis tiene que ser manejada con precaución. Porque conocemos el límite de la utilidad y de experiencias como aquellas de las que Freud habló en "Más allá del principio del placer" (donde se habla de que hay un "goce" que permite tener un placer más allá del placer).

—Llegan imágenes terribles por Internet donde se ven asesinatos de rehenes en Irak o asesinatos de iraquíes desarmados sorprendidos en plena noche o las fotos de las torturas en la cárcel de Abu Ghraib. ¿Cómo repercuten, a pesar de que se trata de algo muy lejano? ¿No hay una sensación de que esto le puede pasar prácticamente a cualquiera?
—Precisamente estamos investigando el efecto que produce la emisión en masa de imágenes de este orden. La historia de Abu Ghraib es realmente ejemplar. Son fotos tomadas eludiendo controles. Antes era mucho más fácil de controlar la circulación de imágenes. Hay todo un sistema impresionante que controlan los medios norteamericanos. Estamos en una producción de masa democrática de imágenes insoportables de ver, que se producen cuando hay un error en masa. Es claro que hubo algo como una epidemia cuando, después de los atentados de Nueva York, las imágenes fueron pasadas por las cadenas de televisión norteamericanas. Los psiquiatras atestiguaron que hubo psiquiatras o psicoanalistas trabajando sobre crisis de angustia muy fuertes. Las demandas de alivio, y de análisis, fueron numerosas después del 11 de septiembre. Y creo que producen traumas. Cuáles son, cómo va a seguir esto y cómo vamos a aprender a vivir después de esto. Imágenes van a surgir sin que nadie lo quiera en la pantalla de su ordenador, a cualquier hora del día. Vamos a tener spam de fotos, como el correo electrónico basura. Entonces, sin duda, aprendemos a vivir con objetos que cada día nos embarazan y nos angustian más.

—El temor a perder el trabajo, a no encontrarlo, a morir de hambre incluso, pueden tener consecuencias más allá de lo individual y romper los lazos de comunidad. ¿No cree que estos miedos colectivos, terminan atacando al individuo?
—¡Ah, sin ninguna duda! La angustia por el trabajo ahora se hace insoportable. El nivel de angustia es mucho más fuerte que en la época del desarrollo más lento del capitalismo global. Ahora el movimiento se hace más rápido, se produce un nivel de incertidumbre muy fuerte. Ahora nadie puede tener el mismo tipo de trabajo al inicio que al final de su vida. Cada uno va a tener períodos de desamparo y eso es normal. Entonces, por supuesto, esto da una idea del nivel de inseguridad que toca el lazo social. Esto puede producir el rechazo al extranjero o la idea de globalización, que sólo lleva angustias, miserias diversas, etcétera. En la Argentina, la rebeldía contra los bancos extranjeros fue muy fuerte. Pero al mismo tiempo la acogida de los turistas es muy cálida. Se ve el interés en la Argentina por inventar, en una situación de tensión, de estrés social, soluciones y esto genera la idea de que la Argentina funciona como un laboratorio para todo el mundo. Y cuando se ve la energía de toda la política argentina, del gobierno actual, y con lo cual hacen frente a una masa de problemas, se ve que se da empuje al país. Esto lo digo sin desconocer que la Argentina no vive un sueño de oro.

—Muchos creen que para estos miedos y angustias el psicoanálisis no es la mejor respuesta, básicamente por la duración de los tratamientos. Entonces aparecen las terapias breves como opciones válidas, ¿usted cree que pueden trabajar en estas dolencias?
—Ah sí, por supuesto. Y el psicoanálisis teoriza una terapia breve. Una de las variaciones en el psicoanálisis es pensar que el largo plazo puede no ser para todo el mundo. Forma parte de la dimensión de la civilización, es así, efectivamente, por muchas razones y por muchas sobredeterminaciones, todo va más rápido. Y no sólo Internet, los movimientos de capital indican una exigencia así. Y hay gente que viene y que pide tratamientos breves y se queda largo tiempo. Hay otros que piden un tratamiento breve y que se van rápidamente, mejorados, reconciliados con algo. Y creo que precisamente hay que seguir y aplicar el psicoanálisis a patologías a las cuales Freud no había ni pensado aplicar. No es un problema sólo de un modo de demanda nuevo. Hay que adaptarse y tratar de responder manteniendo los principios del psicoanálisis, como el tratamiento por la palabra, la transferencia, que es la base del concepto freudiano. Simplemente hay que aplicarlo de otra manera.

—Elisabeth Roudinesco ha dicho en Buenos Aires que el psicoanálisis está en crisis desde hace unos diez años, pero no por culpa del psicoanálisis sino de los psicoanalistas que no se adaptan a las nuevas problemáticas sociales...
—Concuerdo con Elisabeth Roudinesco, que es una amiga, y especialmente creo que los analistas tienen que alentarse, animarse a, sin angustias, probar lo nuevo y adaptarse. No todos los psicoanalistas necesariamente aman la transformación, la producción de lo nuevo, la modernidad de la posmodernidad. No aman necesariamente los caminos nuevos de la civilización, pero se les puede presentar en forma tal que les pueda interesar. Insisto con el hecho de que hay que reconciliarse, de este modo, con la transformación con lo que a veces aparece enigmático. Son, digamos, momentos no tanto de transmisión del saber sino de elaboración común y de desciframiento de lo que está en juego hoy.

—Usted suele referirse a una figura novedosa del mundo psi que es el psicoanalista-ciudadano. ¿Qué representa?
—Es un psicoanalista que considera que tiene que hacerse escuchar en el campo de la civilización. El psicoanalista-ciudadano es alguien que trata de elaborar lo que dice de una manera tal que pueda incidir. Considero que, por ejemplo, he tratado de ser un psicoanalista-ciudadano cuando escucho las declaraciones del ministro de Salud y trato de elaborar una respuesta positiva. Considero que hay que ayudar al ministro a modificar lo que me parece que son algunos prejuicios y que dañan. El problema no es sólo defender los intereses del analista sino los de la gente que viene a ver al analista.

—¿Cómo considera usted la relación del psicoanalista con la sociedad?¿Cree que van por el mismo camino?
—La posición del analista es paradojal. Al mismo tiempo que elige el campo de elaborar las formas de lo nuevo en la cultura tiene la certeza de que hay una incompatibilidad entre la satisfacción y el programa de la civilización, lo que produce. Freud describió esta imposibilidad de reconciliación entre la satisfacción libidinal, que sería armónica, con la civilización. Lo que hay son síntomas de lo que no encaja, de lo que no va. Entonces, el analista no tiene más remedio que acompañar las formas de invención de lo nuevo en la civilización, que hay que hacer, porque cada forma de evolución de nuestra cultura enfrenta problemas nuevos. Siempre tendremos formas sintomáticas a interpretar.

—¿Existe una respuesta acotada a la pregunta de cuándo se termina un tratamiento?
—En el psicoanálisis siempre se evalúa caso por caso. Pero también se puede repetir aquello que dijo Lacan alguna vez: que el psicoanálisis se termina cuando el sujeto está contento, cuando está satisfecho.

* Aparecido en la Revista de Cultura Ñ – Suplemento del diario Clarin N° 73 del sábado 19.02.2005 - http://www.clarin.com/suplementos/cultura/ultimo/u-924574.htm

11.2.05

Ciudad Pánico

Entrevista con Paul Virilio

A la luz de los recientes atentados de Madrid, el arquitecto Paul Virilio analiza cómo la ciudad occidental pasó de símbolo de la civilización a escenario privilegiado del desastre. Entrevistado por la revista Chronic’art para la salida de su último libro, Ville panique, este profesional de la objeción revisita algunas de sus obsesiones más persistentes: Chernobyl, el terrorismo urbano, el mundo virtual y el totalitarismo del progreso.


Por Chronic’art

¿Por qué Ciudad pánico? ¿Porque la ciudad tal como la conocíamos desaparece en una suerte de pánico generalizado? ¿Porque pierde sus puntos de referencia? ¿Porque implosiona?
–Alguna vez la ciudad fue el lugar no sólo de lo político sino también de la civitas, es decir de la civilización. El espíritu, el aire de la ciudad liberan, y eso es lo que se invierte en este momento. La ciudad se vuelve una máquina de guerra; es el foco de la crisis de lo político y de lo bélico, ya que lo militar y lo político están ligados. El pánico se apodera de la ciudad. Pensemos en esas megalópolis de 20 o –muy pronto– 30 millones de habitantes, en el modo de vida de esas aglomeraciones que ya no tienen rostro ni escala humana. La desregulación y la desrealización han penetrado en la ciudad. Y se ha operado una inversión: la ciudad, que alguna vez fue el corazón de nuestra civilización, se ha vuelto el corazón de la desestructuración de la humanidad.

Usted dice que esa guerra no es sólo una guerra en la ciudad, incluso contra la ciudad, sino una guerra civil, o más precisamente una guerra contra los civiles.
–De aquí en más, la guerra es la ciudad. En el pasado hubo dos grandes épocas en materia de guerra: la guerra de sitio y la guerra de movimiento. Apenas se inventaron las energías, la guerra de movimiento aventajó a la guerra de sitio. Ahora bien: hoy hemos superado esa etapa para hacer de la ciudad el campo de operaciones de todos los enfrentamientos, por todos los medios: los bombardeos de Londres por parte de los zepellines en 1914, Guernica, Rotterdam, Coventry, Hamburgo, Dresde, Hiroshima, Nagasaki... y así sucesivamente. Basta ver lo que sucede en Grozny (Chechenia) en este momento: una ciudad arrasada, tabula rasa. Grozny sufre una guerra civil que es, efectivamente, una guerra contra los civiles, ya que –como la mayoría de los conflictos actuales– mata muchos más civiles que militares. Hannah Arendt fue la primera que habló de una guerra civil mundial. Y la historia, con el hiperterrorismo, que desde entonces no para de desarrollarse, no hace sino darle la razón. Ahora la guerra ya no se libra en la llanura de Waterloo sino en Madrid, Bagdad, Jerusalén. Cuando veintisiete pilotos israelíes les dicen a sus superiores militares: “Nos negamos a participar de ataques aéreos contra centros de población civil”, sólo ponen en evidencia que guerra y ciudad se superponen. ¿Por qué? Porque el mundo se ha vuelto demasiado pequeño, y porque la ciudad se ha convertido en la caja de resonancia de todas nuestras acciones, ya sean militares, mediáticas o estratégicas. Es algo totalmente inédito.

Usted habla de “claustrópolis”...
–Sí, absolutamente. Pasamos de la cosmópolis, la ciudad abierta, a la claustrópolis, la ciudad cerrada. En Estados Unidos hablan de gated communities: hay 30 millones de norteamericanos que viven encerrados entre muros, y están esos ultraconservadores como Newt Gingrich que pregonan el retorno a las Ciudades-Estado... Pero también es el caso de San Pablo y sus cinturones urbanos. O de una simple torre. Porque la torre no comunica: es un callejón sin salida, un ghetto vertical. Y no hay nada más protector que una torre. Hoy se observan dos tendencias en la ciudad: la bunkerización y la babelización.

Es la primera vez que usted interviene directamente, como personaje, en una de sus obras. Habla aquí de su relación personal con Nantes y con París. ¿Por qué?
–Porque empecé este texto cuando me fui de París, de modo que fue el primero que escribí en La Rochelle, donde lo terminé y donde resido ahora. El embrión fue un encargo de la revista Les temps modernes cuyo tema era la ciudad de París. De algún modo era mi despedida de París. Así que empecé el texto y después me dieron ganas de seguirlo... Primero porque descubrí un texto extraordinario de Victor Hugo, en el que el escritor comparte su desasosiego ante el modo en que se destruye París para agrandar las calles: “Mañana destruirán Nôtre-Dame para agrandar la plaza,y si esto sigue así destruirán París para agrandar la llanura de los Sablons”. Otra vez tabula rasa. Más allá de mi amor por París, donde nací, terminé dándome cuenta de que la destrucción de la ciudad seguía a través de la guerra. Además del higienismo, las reformas urbanas de Haussmann, por ejemplo, representan la oposición a la Comuna de París y buscan aniquilar las pequeñas calles, esos nidos de resistencia inaccesibles a la caballería y la artillería. El origen del urbanismo haussmanniano –como el de Ceacescu, el de Stalin o el de Saddam Hussein en Bagdad– es sobre todo la voluntad de poder meter la fuerza militar en la ciudad. Igualmente hoy hay otro punto estratégico culminante, clave de esa tabula rasa: el aeropuerto. La tabula rasa materializa la chatura de la guerra aérea, que arranca con los campos de aviación y –cuando cumple su función, como antes de Alemania u hoy en Grozny– termina arrasando con la ciudad.

Usted evoca la idea de un mapa mental que por definición es único y personal: el modo en que cada individuo construye sus propias cartas de navegación en el seno de las ciudades.
–La imaginería mental siempre me ha apasionado. A mis estudiantes de arquitectura y urbanismo solía hacerlos dibujar en el tablero con los ojos vendados: los obligaba a entrar en la visión mental de sus proyectos. La arquitectura, como la pintura, es cosa mentale: hay que tener una visión interior para mejorar un proyecto. Lo que les pedía era que habitaran su proyecto antes de construirlo. Eso tiene que ver con una de las críticas que le hago a la imaginería instrumental. Hoy, contrariamente al cine o la fotografía, lo virtual tiende a reemplazar a la imagen mental, que de hecho ya está parasitada por la imaginería instrumental. Los videojuegos, por ejemplo, son una manera de poner de nuevo el acento en el imaginario gráfico. Hay una nueva paleta gráfica que está instalándose en las cabezas y viene a parasitar el espacio mental de cada uno.

¿Cómo modifica esa paleta virtual la paleta de lo real?
–La paleta de lo real es rigurosamente personal: está ligada a la vida y a la biografía del individuo, y también a su lugar de residencia. Por eso digo siempre que todos somos arquitectos de nuestra ciudad. Walter Benjamin ya se había dado cuenta, y el asunto después fue retomado por los situacionistas. El problema de las simulaciones es que generan un analfabetismo de la imagen mental, una especie de pérdida que con el cine no habíamos sufrido. Es cierto que el cine también interfería cuando una película se apoderaba de nosotros, pero con lo virtual el fenómeno se multiplica y es más grave, porque la pérdida que puede generar afecta al bioimaginario, que es el imaginario que nos permite vivir, estar ahí. Estar ahí es muy importante. El subtítulo de mi libro es justamente “Aquí comienza otra parte”.

¿Es una manera de decir que la geografía está desapareciendo?
–En efecto. Hoy el problema no es el fin de la historia sino la posibilidad de un fin de la geografía (y entiendo “fin” en el sentido de su terminación). El mundo se está volviendo demasiado pequeño para nuestras velocidades de detección, de transporte, de información. La compresión temporal suprime la distancia que nos proporcionaba la geografía. De ahí la frase que cito en mi libro: “¿Qué vamos a esperar cuando ya no tengamos necesidad de esperar para llegar?”. Es un fenómeno patológico, a escala de la Tierra... que por un buen tiempo, al menos, seguirá siendo el único planeta habitable del sistema solar.

¿Qué cambios trae esa desaparición de la distancia y la geografía?
–La novedad es el encierro, el Gran Encierro. Yo soy claustrofóbico y asmático, de modo que soy muy sensible a ese tipo de cosas. El encierro que tan magistralmente analizó Foucault está ahí, ante nosotros, sólo que a partir de ahora a una escala ecológica. La compresión temporal hace que esas sensaciones de enclaustramiento, de claustrofobia, de encarcelamiento, puedan convertirse, para las próximas generaciones, en un fenómeno aterrador. El mundo es demasiado pequeño. No para los cosmonautas, por supuesto, pero para los miles de millones de individuos... El problema no es el de un mundo superpoblado, como se decía cuando era joven, sino que la Tierra está reduciéndose a nada.

Pero ¿acaso las tecnologías de lo virtual no pueden ser un remedio para ese “pánico carcelario” de lo real?
–En cierto modo, las tecnologías de lo virtual crean un sexto continente que no es más que un sustituto de los otros cinco. Esa deriva hacia el sexto continente no es casual; es una suerte de sobrecolonialismo. Dado que ahora el mundo está como borrado, necesitamos una especie de sustitución, y el sexto continente virtual representa esa sobrecolonización. “Sobre” en el mismo sentido en que se dice, por ejemplo, que hay que actuar, no sobreactuar (es decir: hacer proezas histriónicas).

¿Por qué ese sexto continente no podría ser una salida de la “claustrópolis”?
–No, es una sustitución. Tenemos que añadir espacio porque el mundo está comprimido, pero ese espacio seguirá siendo virtual. Como dije alguna vez, la interactividad es a la información lo que la radioactividad a la energía: algo inestable y peligroso. Fue esa compresión temporal la que provocó esta situación. Es un efecto de pánico del que se habla poco, y por eso me interesan los accidentes: en cierto sentido se trata de un accidente de la percepción del mundo. Se ha descubierto que hubo agua en Marte, y es fácil suponer que haya vida en alguna parte del universo.

Extenderse en el espacio, ¿no es una manera imaginaria de romper con esa claustrofobia?
–Por supuesto, pero si antes no hemos resuelto nuestros problemas de civilización y de descolonización, lo haremos en las peores condiciones. Reinventaremos la colonia, que se convertirá en supercolonia. La colonia original –la colonia griega, por ejemplo– puede emancipar a una sociedad. Pero también sabemos qué terrible potencial destructivo tiene la colonización. Hay que plantear, pues, la cuestión de los daños del progreso y enfrentar las consecuencias de esa reducción de la Tierra a nada. Cuando Hannah Arendt dice que progreso y catástrofe son “anverso y reverso de una misma medalla”, quiere decir que hay que analizar científicamente esta catástrofe de la compresión temporal. No podemos negarla. Una ciencia que esté a la altura de su reputación también debe analizar sus accidentes. Si no, ahí tenemos los Chernobyls. Y pronto tendremos los accidentes de la clonación. Lo que no significa que haya que detener el progreso. El progreso debe autocriticarse, sabiendo que la crítica es el fundamento de la ciencia. No he visto ciencia digna de ese nombre que no se critique a sí misma.

¿Se impone pues una ecología de lo virtual, de las imágenes y del progreso?
–Mi primer libro, La inseguridad del territorio, era un ensayo peculiar sobre la situación actual del espacio y del tiempo. La relatividad demuestra que, a cierta velocidad, el tiempo y el espacio se dilatan. Mi trabajo en Velocidad y política iba en el mismo sentido: redefinir el espacio-tiempo de la modernidad. No sólo en la ciudad sino también a través de los medios de transporte, y la guerra. Me permito recordar que la guerra es algo que siempre sucede en algún lado. Dado que no sabemos quién es el enemigo terrorista y nadie reivindica su acción, lo único que podemos hacer es analizar el lugar en el que actúa, su campo de operaciones. Pero ¿dónde? ¿Cuál es ese lugar? El subte, las torres, los teatros, los colectivos, los aviones. Tomemos el ejemplo del subte. En la Segunda Guerra Mundial, el subte servía de refugio antiaéreo. Hoy las peores atrocidades suceden en el subte. Pensemos en la secta Aum en Tokio o el último atentado en Moscú.

¿Por qué Ciudad pánico? ¿Porque de aquí en más todo el mundo teme el accidente en cualquier parte y en cualquier momento?
–Con este agravante: la posibilidad de que en el futuro haya atentados al estilo Chernobyl. Ya dije que Chernobyl fue un accidente del tiempo, el primero de su género. Porque el Titanic se hunde en un sitio determinado y listo, y lo mismo sucede con un terremoto. Pero en Chernobyl el accidente sigue durante décadas... Nadie sabe, en realidad, cuánto. Aquí lo que se ha accidentado es el tiempo, la duración. El espacio-tiempo ha sido irradiado. Y es inevitable que algún día los terroristas utilicen eso. ¿Se imagina tener que evacuar París por una bomba química o radiactiva? Pensemos en el impacto de los atentados contra el World Trade Center. ¡Y sólo fueron dos torres! Imagínese un atentado así contra una ciudad...

Si la situación es tan trágica, ¿por qué no hay ninguna resistencia?
–Porque vivimos en la época de la promoción: todo va muy bien, todo va mejor que ayer, la expectativa de vida crece... La propaganda del progreso se ha vuelto tan grave como la propaganda ideológica; la ideología del progreso sin fin es tan aberrante como las ideologías del totalitarismo. No tengo nada contra las nuevas tecnologías, pero no soporto que se las promueva. Es hora de que el progreso se autocritique, y no sólo a nivel ecológico –ya hay partidos que se ocupan de eso– sino a nivel escatológico. La eficacia y la naturaleza del progreso crean una hiperfragilidad que suele ser muy utilizada por el terrorismo. Los terroristas no necesitan bombarderos, ni portaaviones, ni artillería, ni tanques; les basta con utilizar la fragilidad de la ciudad, donde todo está concentrado. Si existe la posibilidad de generar un miedo absoluto -destruir a un millón de personas, por ejemplo, o arruinar toda una región durante cien años–, basta simplemente con reactivarlo constantemente para crear una tiranía del miedo.

Reportaje extraído de la edición virtual del Diario Página/12.

10.2.05

En tiempos de hipermodernidad

ENTREVISTA CON BEN VAN BERKEL


Por Fredy Massad & Alicia G. Yeste *

Posiblemente todas las generaciones que nos precedieron a lo largo de los tiempos históricos, habrán pensado que frente a ellos (de cara al futuro) que se vislumbraban cambios, que en el momento en el que se encontraban algo se estaba transformando y que nada sería igual después de su paso por este mundo.

Todo esto puede ser cierto. Pero lo que importa resaltar es el hecho de que, en este momento, la sensación que nos provoca ver que la arquitectura que se está produciendo en los años noventa, nos demuestra que el cambio por lo menos es profundo, sobretodo en lo que concierne al lenguaje. Podemos afirmar que estamos asistiendo a tiempos de una total posmodernización o lo que daríamos en llamar ‘el tiempo de la hipermodernidad’.


Comprendes que, entendido de esta manera, el ‘post’ de ‘postmoderno’ no significa un movimiento de come back, de flash back, de feedback, es decir, de repetición, sino un proceso a manera de ‘ana’ -un proceso de análisis, de anamnesis, de anagogía, de anamorfosis, que elabora un ‘un olvido inicial’.
Jean-François Lyotard


La ruptura en el lenguaje a la que hacemos mención es cierta, por eso nos sentimos distantes de los discursos de las décadas precedentes, en las que la Deconstrucción provocó una desestructuración del lenguaje arquitectónico histórico. Con el arribo de la Nueva Funcionalidad, como la llaman sus protagonistas, o el Hipermodernismo (como se le ocurre llamarlo a los autores) podemos afirmar que los condicionantes del lenguaje antes desestructurado hoy se rearman para generar una nueva lengua como forma de expresión.


...La historia propiamente dicha, la real y palpable, ha sido escrita indiscutiblemente por la técnica; la historia de la técnica hace del ser humano su verdadera esencia: un ser creador de artefactos (...). Con nuestros artefactos nos hemos creado un microcosmos técnico, una segunda naturaleza sometida a una transformación extenuante. (...).Los artefactos representan opiniones, puntos de vista, perspectivas.
Holger van den Boom


En la firma Van Berkel & Bos (establecida en 1988 por Ben Van Berkel-arquitecto- y Caroline Bos-historiadora del arte-) se trabaja en el diseño mobiliario, en el diseño urbano, en obras de ingeniería, en dibujos, en instalaciones y sobre arquitectura y arte. Todas esas actividades se interrelacionan entre sí. Un trabajo incesante que anda, en su versatilidad, a la búsqueda de una nueva arquitectura (un lenguaje) basada en el Equilibrio.


Los diseños de Van Berkel son una mezcla única de conceptualización y expresión, de consideraciones racionales y decisiones intuitivas.
Bart Lootsma


Ben Van Berkel (1954) estudió Arquitectura en la Rietveld Academie de Amsterdam y la Architectural Association School de Londres. Trabajó en los estudios de Zaha Hadid en Londres y Santiago Calatrava en Zurich.Caroline Bos (1958) estudió Historia del Arte en el Birbeck College (Londres). La asociación entre ambos se inició en Londres a mediados de los ochenta, plasmándose incialmente en ensayos que se publicaban en revistas de arquitectura y el periódico de Volkskrant y que comenzaban a perfilar la posterior actitud que ha definido el discurso de Van Berkel & Bos.

Van Berkel parece moverse por una especie de romántica convicción en las posibilidades de la técnica. Un individuo que utiliza el Presente. Sus palabras hablan de una mente que parece tomar el objeto físico de la Arquitectura como la plasmación de una ideología y, a la vez, como un objeto que debe responder al pragmatismo que le impone el estar concebido para ejercer alguna función.


Probablemente he sido más influido por la televisión, la música, los centros comerciales, el avión, el primer aterrizaje en la Luna, Heidegger, el teléfono, la filosofía no-aristotélica, el arte de los últimos veinte años, los coches y las autopistas, y todas las cosas importantes que no tienen lugar dentro de los matices de la arquitectura.
Ben Van Berkel


Quiso revisar las respuestas que daría a las preguntas que aún no se le habían formulado. ‘Los conceptos son complejos, y a veces es mejor releer y tratar de ver cómo explicarlos mejor’.
Para los que creemos que la Arquitectura no se puede limitar al simple hecho albergador (máquina de habitar), sino que sentimos que ésta debe llegar al extremo de la provocación, a través de la búsqueda de un lenguaje renovado sin la necesidad de las limitaciones circunstanciales fijadas por las convenciones de la disciplina, como disciplina autónoma, tal vez encontremos esto en las últimas obras de Van Berkel & Bos (y de allí nuestro interés por ellos). Pero no sólo es importante hoy la obra de este estudio holandés, sino que su proyecto para la Terminal Portuaria de Yokohama, al igual que los proyectos para el mismo concurso de Gregg Lynn, Alejandro Zaera o Winka Dubbeldam hablan a las claras de una nueva generación de arquitectos que muestran una visión más compleja y, tal vez, más renovadora que sus precedesores. Pensamos que éste es sólo el principio de la Arquitectura para el siglo venidero, de la ruptura de los condicionantes inútiles, de dogmas que se caen por su propio peso- a riesgo de pecar de ingenuos y ver plasmadas nuestras expectativas de una Arquitectura renovada a través de la visión de un programa de Silicon Graphics.

-Estamos interesados en hablar sobre los aspectos teóricos de tu arquitectura. Sobre tu proyecto para la terminal portuaria de Yokohama, ¿estás comenzando a practicar una arquitectura cuyos límites empiezan a diluirse? ¿ En la que los elementos constitutivos de la arquitectura comienzan a perder su identidad?
Tal vez podríamos decir que todos las entidades arquitectónicas tales como construcción, y los valores tipológicos con los que la arquitectura está trabajando tienden a reconfigurarse no por, digamos, la organización de la forma en sí misma sino porque quizá estamos aprendiendo a trabajar con nuevas técnicas, eso es. Así que, en cierto modo, los arquitectos todavía cuentan con los clásicos métodos de trabajo: tienen que tomar un poco de imaginación, necesitan trabajar con cierto tipo de fuerzas, como las fuerzas políticas, las fuerzas públicas, las fuerzas urbanas o arquitectónicas.Así que disponemos de la imaginación y todos esos aspectos políticos en torno al proyectos y la técnica. Y tanto en las Artes como en la Arquitectura se cuenta siempre con esta técnica con la que se trabaja y lo mismo respecto al efecto arquitectónico. Así que dispones de tres cosas: la imaginación y la técnica y los efectos arquitectónicos, o efecto espacial, esos tres van a afectarse mutuamente, lo que significa que ciertas cosas han cambiado o pueden cambiarse.

-¿Cómo describirías tu proceso de diseño? ¿Cuál es el proceso mental que deriva en la creación de esos espacios, de esos proyectos?
Encontrar las combinaciones más interesantes. Quién trabaja, cuándo trabaja...De manera que el trabajo mental está de algún modo relacionado a la combinación de cosas que pueden empezar a generar una estructura y cómo esa estructura funciona. No se trata tanto ya de tomar elementos o estructuras y después decidir. Todo avanza conjuntamente, así que puedes ver programas, podrías combinar y todo puede tomarse simultáneamente. Ése es el proceso que sigo a la hora de tomar decisiones.

-¿Cómo concibes el desarrollo de esas nuevas propuestas espaciales? ¿Tomás referencias de la Arquitectura o es sólo el uso de computadoras y la combinación de fuerzas combinatorias? ¿Cómo se traduce esa Arquitectura a la realidad? Por ejemplo, diez años después era dificil imaginar construido el Museo de Berlín construido...
La idea para Yokohama es como una especie de paraguas en un lado y el otro es una especie de paraguas que está colgando. Esos los principales elementos clave de la estructura. La idea global sobre Yokohama es lograr tener una especie de movimiento continuo. Este proyecto es una larga malla, siempre pensamos en lograr una fuerte linea de malla, lograr que la estructura fuera una sola entidad. Ésta (vid.) se sostiene a sí misma porque realmente fuerte. Ahora mismo hay muchos estudiantes, y también ingenieros, investigando sobre cómo construirlo. Siempre discuto con ellos esta idea.

- Tu Arquitectura solía ser similar a la Eisenman o Libeskind. Similar al Deconstructivismo. ¿Supone el proyecto para la terminal de Yokohama una ruptura con esa forma de arquitecturar?
La ruptura se inició con la Casa Moebius.Ya está ahí. Hay un cambio en el trabajo. La arquitectura de la Casa Moebius está muy relacionada a la idea de los aspectos que mencioné tales como el repensar la organización hacia la distribución del programa, el costo de la estructura, la organización del encargo, como el mercado de trabajo. Lo más importante sobre todo este asunto es ver que hay una especie de desmitificación que introduce el posible factor de tiempo, estructura, programa, distribución del programa...y en todos los casos , en la Casa Moebius debemos trabajar con cuatro landscapes. La Casa Moebius está relacionada con este movimiento del landscape a causa de la organización interna de la casa. Así que aquí lo que debe decirse es que hay una especie de intensa coherencia entre los diferentes fragmentos involucrados mientras que la arquitectura Deconstructivista hay un interés por la fragmentación y no existe ninguna coherencia. Hay una incoherencia específica. Para explicarlo más claramente, en el proyecto para la Casa Moebius hay una instrucción continua, un plan consistente que incorpora las mínimas diferencias de fragmentación y diversidad. No es un collage, es algo más denso.

- ¿Tu proyecto para la terminal de Yokohama está influenciado en algún sentido sobre el trabajo que Greg Lynn está realizando sobre los burujos (blobs)-Burujo: Bulto pequeño o pella que se forma uniéndose y apretándose unas con otras las partes que estaban o debían estar sueltas (Diccionario de la Real Academia Española)?
No. La mayor importancia del dialogo que hay entre Greg Lynn y yo es que los intereses de Gregg Lynn proceden de un trabajo, de mi trabajo. Mis influencias proceden de teóricos como Samuel Winter, que escribe mucho sobre nuevos métodos de trabajo, y Jeffrey Kipnis. Ésas son personas, un par de tipos, que más o menos influyen mi trabajo y también el de Lynn y el de Alejandro Zaera, por ejemplo. Existe esta especie de dialogo entre nosotros.

-¿Son ellos los arquitectos con los que te sentís más identificado?
Sí, pero nuestro trabajo es totalmente diferente entre sí. Existe una especie de dialogo.

-¿Te identificás entonces con su concepto?
Sí, y específicamente con los padres de este grupo: Jeffrey Kipnis y Samuel Winter.

-¿Qué es lo que querés decir cuando decís efecto arquitectónico?
Efecto arquitectónico significa impresión. Impresión espacial. El efecto surge de un tipo diferente de trabajo conformado por el lenguaje informático.

-Mirando los sketches para el proyecto de Yokohama, ¿podría decirse que intentás atacar a las emociones? ¿Es un espacio que se concibe como posible, como algo real?
Se trata de un nuevo tipo de espacio. Creo que es un espacio generado por la combinación de diferentes elementos: programa, rutina de trabajo... Quiero decir, por ejemplo, en arquitectura todavía se tienen estas ideas de las columnas, las arquivoltas, la rutina...La segmentación de los diferentes valores con los que se trabaja en la disciplina. Ahora creo que es posible, gracias a las nuevas técnicas, generar un nuevo tipo de efectos espaciales, más intensos, una especie de espacio mediatizado: un nuevo tipo de espacio en el que las cosas van más allá de la transparencia, más allá de la noción del material mismo Tal vez lo que sea importante acerca de la noción de espacio mediatizado es que está relacionado con toda la cultura mediatica en la que estamos viviendo inmersos en este preciso instante. Lo mediatico, en este sentido, creo que es una nueva forma de comunicación y una nueva forma de tener una especie de dialogo público a diferentes niveles.

-¿Se produce una reelaboración de la función arquitectónica?
Sí, pero tal vez más que hablar sobre un nuevo tipo de funcionalidad sería más apropiado denominarlo Protofuncionalismo.

-Gregg Lynn lo llama ‘Protofuncionalismo’ también. ¿Estás de acuerdo con esa denominación?
Me gusta llamarlo así. Por ejemplo, hay que saber que Gregg Lynn y yo nos diplomamos juntos en 1983 y Alejandro (Zaera Polo) y yo nos conocemos desde hace como siete años, más o menos. Quiero decir que toda esa historia de Gregg desarrollando la animated form...¿conocen su trabajo? ¿Han ido alguna de sus conferencias? Está trabajando con la animación. Yo creo en un nuevo tipo de funcionalismo que es intensamente funcional en el sentido de que cuenta con mayor incorporación. ¿Entienden lo que significa ‘incorporación’? Significa, por ejemplo, que medís a la gente dentro de una habitación, calculás sus necesidades en la computadora y luego el modo en que se mueven. Traducís esta densidad en una animación del modo en que se desplazan. La conformación de la habitación puede ser cambiada en función de esa información. Entonces es cuando puedes hablar sobre un nuevo tipo de Protofuncionalismo. No estoy calculando a la gente y después cambio la organización de la forma. Uno tiene también este cierto tipo de resistencia. Podés diseñar burujos (blobs), o podés diseñar o dejar que eso ocurra. Exactamente la formación de la cantidad de personas están generando quizás esa organización de la forma. Nosotros intentamos ser un poco más individualistas. ¿Me entienden?
En el proyecto de la estación de Arnhem, por ejemplo, estudiamos los movimientos entre sistemas; los movimientos entre las dos estaciones, el tren y las areas de estacionamiento. Luego continuamos relacionando estas observaciones con las areas de espera, creando así secuencias de fragmentos temporales. El efecto consistió en poder replantear la tipología tradicional de la estación como una sola entidad. Al mismo tiempo eramos conscientes de que no podíamos saber por anticipado qué tipo de forma o edificio surgiría de este método.


La investigación, las técnicas y los efectos son los tres pasos que siempre serán centrales para la Arquitectura Así que cuando la imaginación es estimulada por algo externo a la Arquitectura intentaremos desarrollar nuestras propias técnicas para efectuar ese efecto en nuestra disciplina.
Ben Van Berkel


-Creo que no me queda demasiado claro cómo se llega a este nivel. ¿Existe una búsqueda de una nueva espacialidad’ ¿Cuál es su función?
La razón de esta búsqueda es simplemente que tenemos el conocimiento para hacerlo y yo pienso que, siempre, específicamente en Europa y también en Holanda, hay un interés por el desarrollo de la Arquitectura. Creo que un arquitecto es alguien que puede inventar y transformar la profesión en una condición desde la que reflexiona respecto a cuestiones externas como fuerzas exteriores, como en los nuevos artículos sobre el desarrollo de los medios de comunicación, la economía, la ciencia...Casi todos los articulos de arquitectura son bastante aburridos, bastante insensibles hacia las nuevas técnicas, realmente muy convencionales porque están relacionados directamente con lo político, que es siempre muy convencional. Pienso que los arquitectos deberían también ocuparse por desarrollar la profesión.

-¿Cómo imaginás esos espacios dentro de una megalopolis?
¿Han escuchado los proyectos de Arata Isozaki con nuestra generación de arquitectos? Él nos convoca por Internet para responder a algunas ideas para una ciudad en China que él está haciendo. Respondemos sobre cada solar de la ciudad, y cada arquitecto responde diferente a cada propuesta. Y todo el mundo puede verlo por Internet, para conocer qué hacemos, qué está sucediendo. Es muy muy curioso. A causa de la intensidad de la nueva técnica no sé si creamos esa suerte de efecto espacial, que mencionás, en el diseño urbano. Creo que es posible, mediante esas nuevas técnicas. Quizás tendría que ser cuidadoso si digo que eso ya lo hicimos o que ya fue hecho. No, no pienso que ya se haya hecho eso, pero sí creo que sería normal tal vez pronto. Con estas nuevas técnicas se pueden generar otra organización de sketches para otro diseño.

-¿Existe una necesidad de planificación de las ciudades o es posible tener una ciudad donde los edificios determinen la forma de ésta?
No creo que exista la necesidad del diseño urbano. Ésa es una pregunta muy interesante. Creo que es muy necesario en la actualidad repensar el diseño de la ciudad porque si pensamos sobre estructuras de idéntica potencia, como el collage, el Jardín Francés...Podés decir que todavía existe un particular tipo de coherencia que es tan igualmente potente en su organización que Rem (Koolhaas) introdujo este tipo en el sistema de La Villette (vid). Bernard Tschumi está utilizando sistemas de puntos en La Villette, que es el más clásico modo erróneo de composición. Los elementos que usás, como estructuras tecnológicas y después el collage, juntos. Creo que ahora podés empezar a pensar en quizás lo que decía antes sobre la clase de estructura de la Casa Moebius donde tenés el tiempo relacionado a la distribución del programa, quizá a la construcción. Por ejemplo, la estructura de Moebius se usa mucho en las casa a fin de reforzar considerablemente la construcción. Lo que estoy intentando decir es que podés desarrollar técnicas como la informática para construir diferentes secciones, tomar la sección sobre una larga pieza y puedes abrir la sección más y ver la forma total de la estructura que estás elaborando. Eso significa que con el Collar Excell, que ahora mismo tenemos en la oficina, podemos dibujar diferentes zonas programáticas como ésta de aquí (vid.dibujo) pero que empiezan a conectar las diferentes partes. No sólo se trata de un programa sino de atracción: un lugar al que realmente la gente quiera ir y no sé si esto es aplicable...factible en el diseño urbano, pero estoy seguro que, mediante estas nuevas técnicas, empezaremos a repensar la organización de las estructuras, los aspectos geométricos del diseño urbano.
Te daré un ejemplo mejor: En esa estación que ahora estamos diseñando en Holanda, en Arnhem, calculamos cuántas personas se están moviendo de esta parte a ésta otra y también de la estación a, digamos, el centro de la ciudad. Estudiamos la densidad en este lado: veinticinco mil personas por día se desplazan hacia la ciudad. Lo que es interesante del caso es que son seguidos por una especie de animación en una forma en la que introducimos sus movimientos en la computadora mediante animación, después se intenta asociarlo con una forma típica de organización. Si con esto es posible realmente ver cómo el público y las estructuras sociales de este tipo de intensa aglomeración se transforman mediante la organización , sostengo que podemos repensar el diseño urbano. Quiero decir que esto es ya repensar el diseño urbano porque empiezas con las entidades, empiezas con la gente, empiezas con las partes por las que la gente se movería . Esto podría ser parte del aspecto del cambio en nuestro trabajo, especialmente aplicado al proyecto de Yokohama, que está muy relacionado con las nuevas condiciones de los tiempos, de las escalas mentales como por ejemplo cuánto tiempo podría estar alguien esperando en este area antes de que llegue el próximo bus, cuánta gente espera y se desplaza de un lugar a otro, cuántos minutos...Eso es lo que estamos estudiando ahora: las escalas mentales.


Pensar técnicamente es pasar del juego mental con los conceptos a una combinación manual con los objetos. (...) Pensar sobre la técnica significa despanzurrar esta idea y reseguir desde sus raices los múltiples nervios que la conectan con todas aquellas con los que forma una intrincada galaxia conceptual.
J.M.Català Domenech


-Tu arquitectura está realizada con técnicas informáticas. Sin embargo, pensando en el aspecto humano -una cuestión bastante olvidada a lo largo del Movimiento Moderno-, ¿tenés presente al individuo que va a utilizar esa estructura?
Hoy podemos conocer más sobre los procesos que el cuerpo es capaz de hacer. Eso es muy sorprendente. Es para lo humano pero es más sobre lo que el cuerpo es capaz de hacer hoy. Es sorprendente cuando ves lo que los deportistas logran... Una computadora anima los movimientos de alguien: hoy puede filmarse el cuerpo de alguien y luego testear cuáles son los movimientos de la persona y distribuirlos de la forma correcta para grabarlos. Me parece que es bastante sorprendente que alguien pueda ser guiado por una computadora para alterar una pequeña parte del cuerpo en un movimiento. Esto es humano y está muy relacionado con la ciencia, lo que es muy interesante porque ahí no se implican ese tipo de discusiones de técnica, ideologias e ideas dogmágticas del tipo de las discusiones políticas y sociales. Pero creo que es importante sin duda. Quizá estas técnicas puedan incorporar muy bien las ideas de cooperación con los políticos. Los políticos pueden pensar contigo sobre los valores de este tipo de proceso; pero no es es un tipo clásico de idea sobre...las fuerzas humanistas en la arquitectura, o modernistas. Es diferente.

-¿Se trata de tomar los aspectos más esenciales de un ser humano, no implicando sentimientos, capacidad intelectual, ideología...? ¿Tomar a un ser humano como una fuerza física antes que como un ente racional?
Sí, se trata de desprenderse de la actitud, ésa es la palabra.

-¿Tomás entonces los aspectos más mecánicos del ser humano? Quiero decir, todo aquello que implica la percepción sensorial primaria, por ejemplo. Todos aquellos aspectos humanos que pueden ser racionalmente medidos, controlados.
Sí, pero se trata de un tipo diferente de control. Implica algo más sobre el concepto de control. Eso es interesante porque en ese sentido puedes empezar a repensar sobre las condiciones públicas o sociales...no se trat sólo de fuertes condiciones ideológicas e intelectuales. Está más en el nivel del tipo de técnicas que tenemos y cuál es la influencia entre ellas y cómo ésta se logra y cómo se transforman en diferentes tipos de organización. Lo más importante es que tiene aún una intención ideológica, no se trata sólo de investigación abstracta. Tiene una intención ideológica: conectar las cosas. Conectar la arquitectura a la calidad de vida. La persecución de una técnica. Está bien conectar las cosas entre sí cada vez más. Es lo que antes decía. Arquitectos como Bernard Tschumi, Libeskind...tienen, en mi opinión, dos aproximaciones dogmáticas hacia la Arquitectura. La Arquitectura se convierte en una especie de ilustración de la teoría y eso es, creo, muy peligroso.
Por lo pronto, en la Casa Moebius podemos comprender que Van Berkel ha dado un paso adelante (o atrás, no importa el sentido) de lo que propuso la Deconstrucción.

Soy más viejo, soy más práctico de pensamiento: deberé haber progresado.
Fernando Pessoa


Hoy tenemos los medios. La tecnología está a nuestro favor para plasmar nuestros sueños, no limitemos nuestros deseos. Fabriquemos Arquitectura que hable de ellos, un espacio que fluya rico en innovaciones. Que esto haga de nuestro mundo real un sitio interesante, donde los muros no compriman nuestro deseo ni nuestra imaginación. Ojalá esto no sea solamente un deseo.

La arquitectura holandesa es, a nuestro entender, una de las más prometedoras de los últimos años. Un lugar muy importante para ello lo ha jugado Rem Koolhaas. En otro orden, lo ha jugado la actitud colaboracionista del gobierno holandés, que fomenta y apoya la actividad de los arquitectos jóvenes. En otro, 010 Publishers (http://www.archined.nl/010), que difunde el contenido del trabajo de todos esos arquitectos in print , en libros increíblemente atractivos. Un lugar donde atreverse a tener ideas y para buscar y encontrar los estímulos de los que las ideas son generadas.
Ben Van Berkel (http://www.nai.nl/www_riq/expo_ben.htlm)
* Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste fundaron ¿btbW/architecture en 1996, centrando su trabajo a la crítica e investigación sobre la arquitectura contemporánea.
Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste son corresponsales en Europa para la revista argentina de arquitectura summa+ desde el año 1996.
Colaboradores habituales de la sección ‘Espacios’ del suplemento Cultura/s del periódico “La Vanguardia”, su trabajo aparece regularmente en medios especializados en arquitectura y diseño publicados en Europa y América (The Architectural Review, ICON, Arquitextos, Il progetto, Experimenta, ARCADE, Transversal, WAM, iAZ…).
¿btbW/Architecture han impartido conferencias sobre arquitectura y nuevas tecnologías en universidades y simposios en Europa, Estados Unidos y Argentina. Han intervenido como asesores de programación en diferentes eventos sobre cine y arquitectura realizados en España, Suiza y Estados Unidos.
Son autores de los libros Notas sobre ciudades (mutantes) (Ajuntament de Lleida, Lleida, 1998) y Enric Miralles: Metamorfosi del Paesaggio (Testo & Immagine, Turín, 2004); son editores del libro a+a arquitecturanimación (ACTAR, Barcelona, 2002).
Interesados en el impacto de las nuevas tecnologías sobre la arquitectura, ¿btbW/architecture han llevan a cabo una intensa actividad como curadores y asesores para eventos dedicados al examen crítico de éste. Diseñaron y comisariaron el simposio a+a arquitecturanimación, celebrado en Barcelona entre el 18 y el 22 de junio de 2002, patrocinado por el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya y el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona. En 2003, ¿btbW curaron el programa audiovisual para la sección “Realitat Virtual” de Transvisual Girona 2003, organizado por la Fundació ‘La Caixa’.
Han editado el número monográfico “Arquitectura en la época de la Revolución Digital” para la revista Experimenta (número 45, Madrid, Julio 2003), que mediante una selección de textos y proyectos proporciona una mirada pragmática a la aplicación de técnicas digitales en el desarrollo de la práctica y la teoría arquitectónica.
Comisarios del programa ‘Arquitectura Artificial’ , compuesto de una exposición de obras audiovisuales y una serie de conferencias, para SONAR : Festival de Música Avanzada y Arte Multimedia de Barcelona 2004.
Entre sus próximos proyectos se cuenta el comisariado de la exposición Erotica Architectonica para el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (Demarcació Lleida) y la Universitat de Lleida así como la intervención en los congresos “Jardins Secrets. Congrès Internacional sobre el Somni Eròtic” (Universitat de Lleida) y “Realitat i Ficció” (Escola Eina, Universitat de Barcelona) y la presentación de “Arquitectura Artificial” en diferentes universidades y galerías de arte.
Para conocer más sobre ellos dirigirse a http://www.btbwarch.com/index.htm

9.2.05

La filosofía del Consumo

Entrevista exclusiva de Claudia Gilman a Gilles Lipovetsky *


Ser un filósofo de moda no es lo mismo que filosofar sobre la moda. En el caso de Gilles Lipovetsky, sin embargo, ambos datos son ciertos.
En un fenómeno aparentemente tan superficial como la moda, Lipovetsky halló un prisma particularmente revelador para analizar las vertiginosas mutaciones del mundo actual. Esas investigaciones y especialmente los objetos a los cuales ha dedicado su atención han hecho que sea cada vez más frecuente que su auditorio se componga de empresarios. Igual que las del sociólogo Pierre Bourdieu, sus obras se utilizan actualmente como manuales de marketing y de publicidad.
En su libro La era del vacío, de 1983, Lipovetsky fue señalando los diversos pasos que llevarían al triunfo de lo que llamó el "paradigma individualista", uno de los rasgos de la vida posmoderna. Desde entonces, exploró las múltiples facetas del individuo contemporáneo, el reinado absoluto e inédito de la moda, las metamorfosis de la ética y también la explosión del lujo y los cambios en la sociedad de consumo.
Escrutador de lo cotidiano, cantera de donde extrae el material de pensamientos peculiarmente profundos, Lipovetsky revela hasta qué punto, en nuestro mundo tan poblado de paradojas, la actualidad es causa de angustia pero también impulso para la creatividad. Es por esa razón que no comparte el pesimismo que caracteriza a muchos filósofos cuando se enfrentan a la imparable expansión del mercado. Este rasgo de nuestra época y para Lipovetsky, también de nuestro futuro, es un dato irrefutable del que no deduce ninguna pérdida de valores importantes. Para él, la humanidad posee más recursos de aquellos con los que cree contar y siempre terminará disponiendo imaginativamente de ellos. Lipovetsky, conversó con Clarín.

—Usted afirma que nuestro presente ha dejado de ser posmoderno para pasar a ser hipermoderno. ¿Qué consecuencias tiene esto para las empresas y los individuos?
—Creo que actualmente el sistema económico ha cambiado en términos de modos de producción. La inmensa cantidad de productos que nos ofrece el mercado ya no son hijos solamente del modelo taylorista. Lo que prima actualmente y produce valor es la producción personalizada. También el mensaje ético y la innovación constante.

—La innovación siempre fue importante en el mundo empresario ¿En qué sentido esta innovación es diferente?
—Anteriormente la innovación estaba fundamentalmente ligada a las técnicas que buscaban reducir los costos. Por eso las empresas se iban a producir a la China. Y naturalmente, seguirán haciéndolo porque la cuestión de los costos sigue siendo vital. Pero ya no alcanza. El fenómeno es complejo. Antes se trataba de hacer autos más baratos. Ahora también pero, además, hay que fabricar autos capaces de competir con otros en todo sentido, como en las técnicas de seguridad, por ejemplo. Hoy se trata también, para toda empresa, de ser la primera en el mercado. Piense que en el pasado, en el viejo modelo, el Ford T era el único auto de la línea Ford. La innovación general de Ford fue la producción mecanizada de masas, la cadena de montaje, la producción de autos en masa para vendérselos a la mayor cantidad de gente. Hoy ya no es el caso: ninguna empresa vende sólo un modelo de auto sino la mayor cantidad de modelos que puedan lanzar al mercado.

—¿En este sentido, también pueden pensarse innovaciones en el interior de las empresas, en su estructura?
—Absolutamente. Hoy las empresas necesitan ejecutivos más autónomos. Tienen que desburocratizarse, descentralizarse internamente, ser capaces de innovar en su propia estructura. Toda empresa que funciona bien es innovadora.

—En Les temps hypermodernes usted se refiere a las muchas paradojas de nuestro mundo actual. Una de ellas es el hecho de que estamos atravesados por los mensajes mediáticos pero que sabemos filtrarlos. ¿Cómo deberían actuar los publicistas y los gerentes de marketing ante esta actitud de los consumidores?
—Este es un punto extremamente interesante. Se vincula estrechamente con lo que acabo de decir sobre la innovación. El marketing y la publicidad solían fundarse sobre el siguiente a priori: que había que presentar el producto en lo que éste tenía de mejor. La idea era valorizar el producto mismo y naturalmente, esta tendencia en la comunicación es lógica y continúa siéndolo. Pero hoy existe todo un conjunto de mercancías para las que esa estrategia ya no tiene más sentido. Porque el consumidor está saturado de ese mensaje, no cree más en él y sobre todo, porque si los mensajes publicitarios son pobres el producto mismo se empobrece. En la actualidad nos enfrentamos a la exigencia de innovar en la comunicación mediante una publicidad y un marketing creativos. La comunicación tiene que tener la forma del espectáculo.

—¿Cómo ejemplificaría ese viraje?
—Le doy un ejemplo que me parece interesante. Hace tiempo se habla de publicidad creativa, pero sin embargo en el área de los productos electrodomésticos o en uno de los productos que más publicidad tiene, el jabón para lavar la ropa, existía la creencia de que los mensajes tenían que ser claros, de que el jabón para lavar la ropa tenía que lavar la ropa. Pero es un error. Incluso en esas áreas hay nuevas formas de comunicación que hacen reír, que ya no tienen como centro al producto. Se deja de lado que todos somos consumidores que ya estamos sumamente formados por el consumo y que ya no respondemos ante mensajes tradicionales. Todos somos consumidores en esencia. De modo que hay que saber dirigirse a un consumidor dando por sentado que todo individuo es un consumidor inteligente y que un mensaje banal es insuficiente para crear valor agregado al producto que queremos vender.

—Sin embargo, la mayoría de los jabones de lavar parecen no haber entendido ese mensaje.
-Seguro, eso sigue igual. Existen las dos posibilidades, pero es la otra la que hay que emplear si se quieren ganar nuevos mercados. No sirve más el modelo tradicional de la publicidad donde se muestran las ventajas objetivas de los productos. Pese a todo sigue y va a seguir existiendo pero su éxito mermará porque aquí no hay innovación. Sin embargo, actualmente no existe ningún área donde no haya posibilidad de innovar en la comunicación. Por ejemplo, Apple tiene una publicidad muy innovadora mientras que IBM tiene una publicidad muy conformista. Apple no habla de la computadora sino de otra cosa.

—Cuando usted se refiere al proceso de mutación excepcional en el mundo ¿por qué lo sitúa entre los años 80 y los años 90?
—Resumiendo mucho, por tres factores. Uno es el avance del neoliberalismo que transformó radicalmente el mundo. El segundo tiene que ver con el hecho de que los hogares tienen, para ese momento, todos los objetos de consumo que les son necesarios, de manera que el capitalismo cambió de formato e incorporó mucho más trabajo de marketing para que el mercado continuara funcionando. Y tercero, porque se aceleró la individualización de los comportamientos y del consumo, con lo cual también nos encontramos ante una nueva etapa del capitalismo y del consumo. Es lo que llamo el "hiperconsumo".

—Usted habla de cómo actualmente la gente compra al mismo tiempo en Tati (una tienda popular de precios bajísimos) y en Dior.
—El cambio operado en el consumo de lujo, de productos de alta gama es totalmente nuevo porque en el modelo anterior, el lujo era propio de la alta burguesía y existía el imperativo de que el consumo fuera homogéneo. Cuando uno era rico, compraba en los negocios de lujo. Hoy existe la posibilidad de combinar, a la mañana comprar en Tati y a la tarde en Dior. Hoy día el consumidor se desinstitucionalizó, cambió los códigos de homogeneidad. Este neoconsumidor no es controlable, no es esclavo, no pertenece a una cultura de clase institucionalizada.

—¿Eso es un aspecto de lo que usted denomina "consumo emocional"?
—Sí, exactamente. El resultado es que como el consumidor —tendencialmente, claro—, está liberado de ciertas viejas coordenadas, aporta algo emocional cuando adquiere una mercancía. Dicho de otro modo, busca prioritariamente satisfacción emocional, placer, seguridad. Es lo que llamo consumidor emocional. Tomemos el ejemplo del auto de lujo. Antes el coche era una señal de clase y lo sigue siendo. Pero en la publicidad de autos lo que se pone de relieve no es el lujo sino otros valores, como la seguridad. Siempre hay placer en el lujo pero también en la compra de productos que satisfagan otras exigencias. El consumo emocional no elimina los aspectos objetivos del lujo, significa que consumimos de otra manera.

—¿Nuestro presente se caracterizará por el vértigo de las mutaciones?
—Creo que las mutaciones serán cada vez más veloces por la acción de las computadoras, la tecnología de la información, etc. La relación con el tiempo, con la velocidad será central. Todo será más rápido. Vivimos en una sociedad que valoriza el presente pero para la que el futuro es muy importante. Recuerde que para Marx el mundo tenía leyes. Hoy nadie cree en esto. El futuro está abierto, nadie sabe cómo será.

—¿Cuál debe ser el papel del Estado en los tiempos hipermodernos?
—En términos de los objetos de consumo, ninguno. El Estado no tiene vocación de producir. Lo propio del Estado es garantizar la seguridad, reducir las desigualdades pero dejar libre a la economía. El rol del Estado no desaparece para nada hoy porque el neocapitalismo, el neoliberalismo es productor de grandes desigualdades y eso genera un problema. Porque la sociedad hipermoderna no se reduce al mercado. El mercado ha tomado una importancia considerable, eso no se puede negar. Pero vivimos en sociedades democráticas, con un ideal de igualdad, de justicia. El mercado tiene algo fundamental porque es creador de riqueza. Y es muy eficaz en ello. El rol del Estado es persistir en la protección del medio ambiente, por ejemplo. En muchos sentidos también puede entrar en colisión con el mercado. Me temo que aquí se presenta un problema. La tendencia de la época es el retroceso del Estado y el papel del Estado, creo, también es contribuir a crear una sociedad menos injusta, que sirva al interés general. Creo que la vida tiende a hacer crecer el mercado y que la mundializacion es un vector muy importante de la expansión del mercado. El Estado es una instancia necesaria porque ¿quién pondrá reglas a la desigualdad? Incluso si la escuela se privatiza, el Estado tendrá que estar presente, aunque sea de otra manera. Seguramente su papel va a cambiar.
Lipovetsky es un confeso visitante de los centros comerciales, pero curiosamente está lejos de ser un comprador compulsivo.

—¿De modo que es usted un consumidor atípico?
—Soy un pensador paradojal. Me intereso en el lujo, en la moda, el consumo, la publicidad pero mi vida es muy simple. No soy un gran consumidor. El consumo no me interesa en mi vida personal pero me fascina la importancia que ese fenómeno tiene para la vida actual. Y le aclaro que no menosprecio en lo más mínimo el comportamiento consumista. Me interesa como intelectual, como filósofo, como modo de comprender el mundo. Es un espectáculo interesantísimo ver los centros comerciales, el modo de vida de nuestros contemporáneos. Pero me interesa como me interesan Platón y los grandes maestros de la antigüedad.


* Especial para diario CLARIN


7.2.05

Vivimos en la era de la hipermodernidad

Gilles Lipovetsky, filósofo *


Es una de las mentes más lúcidas del actual panorama intelectual, un pensador ajeno a corrientes o escuelas que se ha pasado más de veinte años analizando el concepto de modernidad en nuestra sociedad, de manera pragmática y huyendo de cualquier alienación.


GILLES Lipovetsky (1944), profesor de la Universidad de Grenoble (Francia), solicitado conferenciante y autor de multitud de obras ("Me gusta escribir sobre lo que observo y no libros sobre libros", ha dicho), contribuye a interpretar del mejor modo posible nuestra época, abriendo nuevos cauces al desarrollo del pensamiento. Según él, "Hemos pasado de la postmodernidad a la hipermodernidad", en un momento en el que los intelectuales "comparten los mismos valores que el conjunto de la sociedad; proponen interpretaciones divergentes, no otro modelo colectivo".

Su último libro traducido al castellano lleva el título de Metamorfosis de la cultura liberal. Mientras, en su país, Francia, acaba de publicar Les temps hypermodernes. En este se percata de una realidad que va más allá de la modernidad.
Les temps hypermodernes es el último estado de mi reflexión. Creíamos que salíamos de la modernidad, pero se preparaba una hipermodernidad, una sociedad fundada sobre grandes principios de la modernidad, los derechos del hombre, el mercado y la tecnociencia. Estos tres principios se han exacerbado, han ido al extremo. No nos hallamos en una sociedad que ha sobrepasado la modernidad, sino en una modernidad superlativa. Se ha liberado de contramodelos. De ahí que vivamos en la era de la hipermodenidad.

¿Por qué fue tan polémico su libro La tercera mujer?
Quienes hicieron de este libro una obra polémica fueron las feministas, porque no se reconocieron en él, mientras que el conjunto de las mujeres, se vieron identificadas. Lo que pretendí transmitir con esta obra es que la emancipación de las mujeres no es total, y que se da dentro de un cuadro heredado del pasado. La tercera mujer es una mezcla de mujer antigua y moderna, de igualdad y diferencia, de tradición y de autonomía individual.

La liberación de la mujer en la sociedad occidental ha creado una nueva relación con el hombre.
En la actualidad, ella busca conciliar su profesión y el compromiso en el terreno familiar. Antes sólo se la encuadraba en la familia. No creo que la mayoría de las mujeres renuncien a su vida privada, a educar a sus hijos, únicamente por el trabajo. Vamos hacia un equilibrio que puede crear desequilibrios.

Se ha dicho que hoy la pareja es un producto más del mercado.
Reposa sobre un solo valor, el amor, no el mercado. Es el amor, pero más conflictivo, por la situación de inestabilidad que vivimos. El individualismo se acompaña del conflicto en la relación de pareja. Antes también, pero había códigos, normas...

Ahora que cita la palabra individualismo, ¿qué Empuja cada vez más a los seres humanos hacia él?
Lo que yo describo desde hace veinte años se acompaña de conflicto en la pareja, que viene a ser inevitable, como en toda democracia. Asistimos a un inquietante debilitamiento emocional de los individuos. Todos estamos faltos de tiempo. La cuestión del tiempo se ha convertido en algo crucial. Creo que el siglo XXI, la época hipermoderna, va a crear condiciones extremamente conflictivas entre hombres y mujeres, tanto directas como indirectas.

¿Y la felicidad? Una y otra vez nos empeñamos en creer que por medio del consumo accederemos a ella.
Esto nos lo dice la publicidad. En parte es cierto: creemos que teniendo, por ejemplo, un coche más grande y potente, nos puede ir mejor en la vida, pero al mismo tiempo, no es así. El consumo ocupa un lugar muy importante en la existencia humana, procura satisfacciones, pero es evidente que no da la felicidad, aunque sí el placer.

Esto me trae a la memoria Les choses (Las cosas), aquel relato de Georges Perec en el que somos testigos de la vida de una joven pareja, para quien –"la felicidad es algo inaccesible- está unida a las cosas que adquieren, está al servicio de las cosas"- ¿No seguimos igual?
No. Perec escribió ese libro hace cuarenta años, y desde entonces las cosas han cambiado. Efectivamente, hay para quien esto es así; otros buscan saciar su exigencia de comunicación, hablando, haciendo el amor... No estamos ante cosas, sino ante otra realidad. Asistimos, además, a la relación con el trabajo.

¿Podemos, por medio del arte, la cultura, contribuir a cambiar el mundo?
El arte se ha convertido en un producto más de consumo, en una figura de la moda. No tiene más que ver las masas de personas que acuden a las exposiciones de los museos. Consumimos arte. Este no tiene mucha influencia en el modo de vida. Eso de que con el arte se podía cambiar el mundo fue más bien un sueño de los modernos.

El creativo Philippe Starck opina que la moda es cínica y que se han de dar otras respuestas en este terreno.
Personalmente, percibo dos tendencias contradictorias en la moda vestimentaria; una, a la que hace referencia y que se concretiza, por ejemplo, en los adolescentes, donde claramente se da una tiranía, una obsesión por determinadas marcas; y la que, por el contrario, superada esa edad, es más tolerante, despliega ante nosotros una multiplicidad de modas, permitiéndonos adoptar estilos. La moda es más tolerante que antes, porque, por ejemplo, ahora podemos llevar prendas de otras épocas; no hay más que ver el estilo vintage (retro). La veo como un panorama de geometría variable.

¿Cómo percibe la actitud del ser humano ante las catástrofes mundiales?
Hoy en día carecemos de modelos para actuar ante el mundo. Nuestros antecesores vieron en la Revolución la mejor vía para cambiar el rumbo, se daba esta ilusión, con la idea de que ésta resolvería los problemas. Ya nadie cree en ello, aunque con esto no quiero decir que lo que caracteriza a los seres humanos actuales sea permanecer de brazos cruzados. Todo lo contrario. Ahí están multitud de movimientos y asociaciones, cada vez más numerosas, con deseos de hacer un mundo mejor.

En cierta ocasión, usted habló de una "sociedad sin alma". ¿Opina que vivimos en ella?
El término no me parece apropiado, lo veo un tanto cruel. La sociedad sin alma es la que está sujeta sólo al dinero y nuestra intención es la de no ser esclavos de nada. Esta sociedad es una sociedad perdida, incierta e inquieta, pero no sin alma.

¿Tiene alguna receta ante este panorama?
En todos los planos, nuestras sociedades han de invertir, por encima de todo, en la educación. Esa es la autentica conquista, porque el campo de la educación es ilimitado. Son los seres humanos y su inteligencia quienes tienen en su mano poder dibujar un futuro de esplendor.

Háblenos, antes de finalizar, de las obras en las que está trabajando.
Estoy finalizando un voluminoso libro que gira en torno al concepto de felicidad, el placer y el consumo. En lo que respecta a su país, el próximo año verán la luz Tiempos hipermodernos, libro sobre el que hablábamos al principio, y El lujo eterno, en español.

* Abraham de Amézaga - Reportaje extraído de Internet